La instalación “es un género muy difícil y para lograr que ésta sea una propuesta plástica, es necesario que se conjunten varios factores: el espacial, el temporal y un concepto bien definido, ya que aparte del manejo o uso de la materia, tanto el tiempo como el espacio participan en este tipo de acciones”, expresa la artista italo-mexicana, Ornella Ridone, que desde ayer presenta Costuras interiores, en el tercer nivel del Museo Carrillo Gil.
Ridone (Saluzzo, Italia, 1955) vive y trabaja desde hace tiempo en la ciudad de México. Antropóloga de formación, después de varios cursos de dibujo y tapiz –tomados en Italia, Polonia y México- la artista ahora se dedica por completo tanto al arte textil como a las instalaciones. Ha participado en varias muestras colectivas, en diversas ciudades del interior de la República, en el Distrito Federal y en Italia, y ha presentado dos exposiciones individuales: en la Casa del Lago y en la librería Delle Donne, en Firenze, Italia.
En Costuras interiores, Ridone nos habla del interior del cuerpo humano “mas no es la representación de éste en abstracto sino que son torsos hechos con pedazos de plástico y unidos por alfileres que fui aplicando sobre los cuerpos de los modelos que usé para que todos fueran diferentes, tanto de sexo como de proporciones anatómicas”.
De esta manera “reproduzco seres gordos, delgados, mujeres con senos grandes o pequeños, hombres con caderas anchas, etcétera, es decir, personas reales porque creo que aún existe mucho tabú en todo lo relacionado al cuerpo –incluso nosotros mismos no aceptamos al nuestro-, que el discurso está abierto y nos resta mucho camino por recorrer”.
Los 20 torsos transparentes dejan ver, en sus interiores, piezas que tienen que ver con desechos industriales: cables eléctricos, transistores, latas viejas, alambres oxidados, interruptores, clavos, fibras y plásticos” para hacer ver que hasta los materiales industriales pueden llegar a ser orgánicos, que podemos apropiarnos de estas piezas y otorgarles apariencias más humanas”.
Ridone comenta que se adentró en la plástica “haciendo textiles: primero fue el textil plano, después el tejido y el bordado, luego fui haciendo piezas tridimensionales, hasta que llegué a la instalación, a disponer los objetos en un espacio, según mi intención. Aquí manejé la idea de otorgarle a los torsos una imagen onírica, porque además de que son casi etéreos, simulan vuelos, flotan”.
La artista recuerda una instalación que hizo en Temístocles 44, “cuyo tema versaba sobre los sentidos, por lo que presenté una sopa cocinándose, para que interviniera el olfato, sentido que no es tomado en cuenta en las obras plásticas”.
Al hablar sobre si existen espacios para presentar instalaciones, Ridone dice que son pocos los lugares que se prestan para esto: “creo que no se ha dado una mayor apertura porque las instalaciones no son piezas que se vendan, no hay mercado ya que la mayoría de los posibles compradores optan por adquirir pintura o escultura”.
Cuando se realiza una instalación “no se piensa en ganar nada sino en producir un impacto o efecto en el espectador”, por lo que “el económico es uno de los principales problemas que tenemos quienes nos dedicamos a esto, aun cuando creo que la mayor dificultad radica en poder seguir haciendo mi trabajo, ya que para lograrlo tienes que vencer muchos obstáculos: económicos, físicos, emocionales. Pero continúo con esto por necesidad, por necesidad, porque no tengo opciones: me es indispensable y vital”.