En el trayecto de reconocernos en lo individual con los otros, es un lugar obligado pensar y en ello tomar posición sobre el género. En ese sitio, que se entiende comúnmente, como un conjunto de características asignadas socialmente para determinar las diferencias entre hombres y mujeres. ¡Auch! Y aquí viene lo bueno, saltan las dudas: ¿“Asignadas socialmente” y “para diferenciar”, cómo? Hay un truco, otro contrasentido. Al indicar que son asignadas socialmente, entonces podemos entender que son impuestas por una mayoría, en la que quizá no nos incluyen. Como exalta la pieza Traje de novia unisex, en la que Ornella Ridone hace un cuestionamiento ante el rol de la novia, al proponer que éste puede ser unisex. ¿Por qué sólo hay traje de novia? Y los muchos hombres que también quieren vivir la experiencia de una boda con vestido especial, pastel, vals, etcétera, ¿qué pasa con ellos? ¿Por qué sólo puede ser una experiencia para las mujeres? La obra no sólo es una lectura; veamos otra. Traje de novia unisex al estar realizada con tela sobre metal, nos dice mucho. Es decir, la autora parte de la transformación, rigidizó la naturaleza del textil, su flexibilidad. Entonces hay algo fijo, casi inamovible en todo el cuento de la boda. Así como volvió el traje de novia unisex, es decir, el traje de boda, el rol, es para ambos. Y el de ella sigue siendo de encaje, más el de él está cubierto de clavos oxidados. Así como los de Jesús. Y ¿qué viene al cuento el cristianismo? Miren: los pies debajo del pantalón corto. Son como los de un santo, en las imágenes religiosas; así como la paloma en la parte superior, como el espíritu santo. Luego entonces, reafirmamos, traemos a cuento, las obras de arte tienen muchas posibilidades de lectura, como sucede al vivir un género. Y ese es el punto en este tema. Cada persona hace su género.
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